02 octubre, 2006

alfil y reina



Me quedan aún algunos besos que guardar,
desasirme de otras caricias,
olvidar viejas palabras.
Me voy despojando de sus ojos,
de sus conocidas manos,
de la herida y del vértigo.
No hay tristeza en esta triste despedida.
Di cuanto tuve,
amé calladamente los hilos de mi marioneta,
ofrecí todos mis colores
en ese lienzo de armaduras clandestinas.
Su voz siempre fue el arrullo salvaje
deseado con el ansia desmedida
del hambre de encontrarnos.
A nada renuncio porque en realidad nada tuve,
no hay reproches ni lunas nuevas
ni sombras que reclamen un nombre.
El juego quedó en tablas,
somos ya,
él y yo,
alfil y reina que no se miran.


(De Torres y Laberintos)



Foto: Patrick Hoelck

No hay comentarios: