17 octubre, 2006

Prendida



Me quedé prendida de tu boca
como el ojal que espera el nácar inmaculado.
Era tu lengua un acertijo
descubierto en una palabra imaginada.
Tus manos el abracadabra del mago
que me hacía salir de la chistera.
Cada diente tuyo
se clavaba en mi espalda
como una hoja de almanaque
donde te daba mis días,
ofrenda florecida de perfume de hembra,
de dedos húmedos,
de versos calientes y tuyos.

Y me hacía madeja de tus hilos,
araña tejiendo sombras,
cuando al pronunciar mi nombre
entraba de puntillas en tu vida.

(De Torres y Laberintos)

Imagen: Janusz Miller

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