Ya no cabe más nada en las manos del hombre,
ni existe un aroma que devuelva al paraíso
cuando todo aleteo resulta imposible
y de plomo son los pies del deseo.
Sabe tu boca a ceniza,
a otra vez,
a pálpito negro que se confirma.
Y el arcángel sobreviene
más terrible que nunca,
despedazando sueños.
Imagen: Fausto Vargas Patto
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