28 noviembre, 2006




¿Pueden los ángeles habitar la tierra yerma de olvido?
¿Acaso sus alas reverdecen en los ojos marchitos,
en las uñas ajadas?
Una espada dulce señala el camino a otros paraísos.
Ya ves, dicen que sólo se precisa un puñado de latidos,
dos lunas menguantes
y los labios en una taza de té.

Imagen: Elena Zurikhina




2 comentarios:

@Igna-Nachodenoche dijo...

Descansa la espada, en el olvido,
¿O tal vez presta servicio a la justicia?
En luna menguante y ajada por las sombras de unos ojos que sólo vieron el paraíso.
Ya vés,
una taza de té es suficiente para dar de beber al mendigo.

Ya vés a veces como se presta el destino,
una luna menguante,
y ángeles por nuestro camino.

Muy ágil tu poema.

Gonzalo Villar Bordones dijo...

los ángeles. conocí a esos ciudadanos en la cárcel. habían caído del cielo, seducidos por el mar, por la humedad.