16 enero, 2011


AÚN queda tu piel a mi piel prendida,
me rodea como la soga que pende del olivo
y la boca de Judas pronuncia tu nombre.
No es necesario
que hundas el puñal en la ausencia herida,
sé muy bien cómo el olvido se teje,
cómo se guardan los besos
que algún día transgredieron sueños.


Siempre supe quién eras
y el doloroso sabor de tus ojos desterrados.
Mi pena huele a sombra,
a último pétalo que deshoja el tiempo
y mi rostro,
mueca arqueada del junco,
dibuja derrotas.




(de Mares Online, ed. Sial, 2008)


Imagen: Christophe Gilbert

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