18 febrero, 2010


TUS OJOS no son pan
ni tienen el color de la quimera.
Tú eres tardes que comparten sombras,
espigas ansiosas floreciendo en las manos.
Nunca fuiste hambre construida en la pena,
ni deseo atrapado en las prisas de la noche.
Yo siempre te esperé sabiéndote,
como sabe la sintaxis
explicar una frase.
Tu voz fue oráculo voraz de los días,
para mí siempre presente
mientras surcabas laberintos
y yo no era ni el minotauro
ni Ariadna,
sino el vuelo del ave
que conoce el camino de vuelta.
Mis alas marcaban el lugar preciso,
la hora fijada,
ajena ya a la duda y sus presagios.


Sé muy bien quién eres,
a pesar tuyo, lo sé.
Pero todo es tan simple
como que el mar trae tu nombre
y al mar me doy.


(De Mares Online, Ed. Sial, 2008)


Imagen: Roy Stuart

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